Que dolor, que dolor murmuraba ella,
era un dolor de esos molestos, porque no sabía que hacer para calmarlo
y lo tenía que disimular sino todo el mundo le preguntaría, y eso le causaría más dolor.
Lo peor es que para éste padecimiento no hay aspirinas, ni cápsulas ni humos ni tragos que la mejoren.
ni tiempo
es mejor martillarse un dedo, o darse la cabeza contra algo duro.
pero no...