Cacho y Rosita se conocieron un día de invierno, caminaban por las calles de la Habana, temblaban de frio, pues nevaba mucho como siempre ocurre allí. Las chancletas se enterraban en la nieve y el sol les quemaba las cabezas.
Se pecharon en el medio del Sahara, a Rosita se le cayeron todos sus libros de botánica y a Cacho sus herramientas de talar. Así surgió el romance, entre besos y moquetes.
eran uno para el otro... así fue que se comieron.
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